jueves, 19 de mayo de 2011


Aunque ... si quisiera, tendría más de mil motivos que excusaran este enfermizo, directo y vacío camino a la destrucción. Como todo auto-flagelo, nace de un extremo placer (o en él termina, o quizás debido a él perdura, o lo que sea) de modo que sería la primer y más factible excusa a la hora de evidenciar mi injustificable masoquismo. Podría hablar con soltura de la sensaciones a cada momento, de los vaivenes de mi presión sanguínea cuando te siento, de la paradójica dicha que causan en esta pequeña (bien que llena de fortaleza) mujer, tus más de mil maneras de hacerme morir y revivir con mera facilidad... aunque nada de esto sería suficiente, así me encargara de estudiar y reproducir cada descripción. Podría intentarlo de todas maneras, y permitir juzgar a ojos ajenos. Mas no me importan en absoluto ni esos ojos ni cientotantos vanos motivos. Tan sólo abrazar éste y aquel momento, como si no tuviera réplica. Mirarlos y guardalos, igual que te miro y te guardo en mí, no vaya a ser que mañana no estés.

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