martes, 26 de abril de 2011


Magia. Ser dios y ser yo, estar inmóvil y correr kilómetros en paralelo. Tocar el cielo si lo proponen, llorar cual pariente en velorio, reír a carcajadas sintiendo pena. Desquiciar, enloquecer y conservar. Es que se ha vuelto tan nombrado el amor por el arte, que hablarlo sería igual de idiota a la tendencia a temer el cliché.

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