miércoles, 24 de noviembre de 2010


Hoy, después de tanto tiempo (ni que hablar de lo vivido), pude valorar lo que dejaste en mi, como lo que realmente es. Supiste como hacer en forma exacta, dejando cenizas constantes en mí, planeadas para perdurar a través del tiempo. Construiste y agrupaste en el rincón más certero de mi cuerpo, los recuerdos de momentos inexplicablemente únicos, sabiamente guardados e imposibles de borrar. Y, a mi suerte, solo eso queda hoy.
Me gusta sentarme y pensarte, es verdad. Me gusta citarte y escucharte en mis oídos, como si ahí estuvieras de verdad. Me gusta sentirte, y sentir tu cuerpo mío, fundido en mil abrazos. Me gusta dedicarme mil sonrisas de las tuyas, disfrutarlas y guardarlas. Me gusta el orgullo de tenerte... (de haberte tenido). Sentirlo en el cuerpo, como todavía siento tu calor acogedor del día a día. Igual así, no quiero verte. Estás bien lejos, y de vez en vez. No siento deseos, no pretendo tenerte. Hiciste bien tu trabajo, y sos mis recuerdos recurrentes e impagables, aplacadores de cualquier sed y acompañantes de mi soledad. Será el único motivo por el que deba agradecerte, el único lazo que nos una... será suficiente para mi. Será ínfimo para vos, pasará desapercibido... voy a seguir pensándote, cada vez que pueda volver a hacerte parte de mi rutina, ahí vas a estar. Siempre mío tu amor.

A C G

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