viernes, 28 de enero de 2011





Eras el único motivo por el cual mi vida se había vuelto rotundamente diferente desde que la conquistaste, hasta el mismísimo día de hoy. Sos todas mis razones y la respuesta a cada pregunta obsesiva y aparentemente indescifrable (hasta ahora) que inunda mi constante desorden. Fuiste el misterio, fuiste mi gloria y mi padecimiento. Supiste elevarme y enterrarme desde el mismo lugar. Acariciaste mi alma y rasgaste mi centro: me lo diste todo. Me habías condenado y decidiste, al fin, compensarme dejando tu marca. Y así es como vivo : sin vos (y con vos en cada detalle). Buscándote a vos en el mundo y sabiendo mi mundo correcto junto al tuyo. Procurando hallar (en cada ojo) tus ojos color café, (en tantos besos) tus labios y (en tus sonrisas) algo de amor. Subsisto viéndote ir : ¡es que lo hacés tan lento!. Nada es suficiente si no es a tu manera, nada me conforma desde que te fuiste y no habrá nada más contundente y maravilloso que lo que puedas darme : tu indiferencia o tu sumo registro, va a darme igual tratándose de quien robo mis propias decisiones y horas conmigo misma. Es estúpido contarte los mil pensamientos que llevan tu nombre, nunca repetí algo tantas veces en pocos años. Mi patética frase de cabecera declara : ¡fuiste tan mío!. No es novedad, ni nos sirve de nada. Hoy sos de otra, y mis entrañas se revuelven, se salen y se vuelven a poner con solo pensar que podría haber disfrutado cada segundo en tu compañía, aunque fuera en una ínfima porción. Si hubiese podido saber, que hoy tus miradas estarían dedicadas a alguien más que a mi, te hubiese dado al menos un último beso previo a nuestra despedida, para que supieras que esos te extrañarían hasta que el mundo nos olvide.

No hay comentarios:

Publicar un comentario