“¿Por qué venir hasta aquí?”, le pregunté. El ángel dijo así: “Soy vos sin vos. Lo que queda cuando te vas. Lo que piensa cuando dormís y lo que respira aunque no quieras. El miedo no existe, como el tiempo no existe. En el espejo no está tu cara sino la mía. Y en esta hora incierta el dolor cesa de golpe, el silencio inunda y la muerte desaparece, como con un soplo, con el mismo soplo con el que se apaga una vela”.
Ignacio Gómez Bustamante.
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